PRINCIPIOS DE LA ESTIMULACIÓN ADECUADA

En las últimas décadas se ha venido hablando cada vez más de estimulación y, como cada tema en desarrollo, el proceso de prueba y error genera todo tipo de resultados; hasta que se encuentra el punto de equilibrio para que la estimulación sea segura y produzca los resultados esperados.

Es la Neurología la que, con sus descubrimientos, ha alimentado las intenciones de perfeccionar estrategias de estimulación para el desarrollo óptimo de las habilidades humanas. En este sentido, citamos unas premisas para que ayuden a afrontar el asunto con mayor seguridad.

  1. El cerebro crece con el uso.
  2. Con respecto a las neuronas: las usas o las pierdes.
  3. El lenguaje para activar el cerebro es el estímulo.
  4. La función determina la estructura (Glenn Doman)

Un aspecto muy importante para afrontar el tema de la estimulación adecuada es diferenciar las actividades meramente cerebrales, de las que implican una actividad física adicional.

Con esta representación podemos entender un poco mejor la diferencia entre estos dos aspectos para ir aclarando el camino.

Físicamente, la vida evoluciona como lo muestra el rombo, de abajo hacia arriba. Partimos de la debilidad del recién nacido que poco a poco va siendo más fuerte, para llegar a la máxima fortaleza a la mitad de la vida y luego, iniciar el camino de declive progresivo hasta la ancianidad, en la que volvemos a perder habilidad física.

En este aspecto, una correcta estimulación física implica planear actividades en las que se usen los distintos grupos musculares del cuerpo; logrando un ritmo de crecimiento de huesos, articulaciones y músculos, lo más equilibrado posible.

Lo básico es acondicionar espacios amplios donde los niños puedan moverse libremente, y proveerles elementos que ellos puedan explorar sin riesgos. La curiosidad natural de los niños los hará moverse, y al hacerlo, van usando los distintos grupos musculares y van adquiriendo el tono adecuado de acuerdo a la edad.

Detrás del movimiento hay un motor que anima para que todo este proceso se dé: El Cerebro.

El cerebro es el que manda, el cuerpo es su instrumento y lo obedece; recibe sus órdenes y lo retroalimenta con información (estímulos). Así, los dos interactúan y son interdependientes, pero, aunque pareciera que están tan conectados, el cerebro mantiene cierto nivel de independencia. Esa independencia se da porque el cerebro construye un modelo que representa todo el cuerpo y tiene esa representación en sus circuitos. Esto es fácil de comprobar con los casos de personas que pierden partes de su cuerpo y aun así las siguen sintiendo (los miembros fantasmas), porque el circuito que se formó en el cerebro sigue ahí.

Este tema es apasionante y quisiera seguir profundizando en él, pero debo mantenerme fiel al propósito de esta página, así que dejémoslo solo como una referencia necesaria para entender el papel de la estimulación y volvamos al tema central.

El segundo aspecto sobre el que nos ocuparemos, es el aspecto neurológico. Este asunto es más complejo, sin embargo, gracias a los avances de la ciencia vamos descubriendo pormenores del funcionamiento del cerebro. Como vemos en la gráfica, en la primera infancia el cerebro está provisto de 100.000.000.000 (cien mil millones) de neuronas, con la posibilidad de hacer un promedio de 15.000 conexiones cada una. Es por eso que, como se ve en la pirámide, el potencial de aprendizaje de un recién nacido es muy grande y la intención de hacer estimulación temprana es obedeciendo este principio.

Las neuronas tienen una vida limitada si no se usan, y como no quieren morir tempranamente, animan al cuerpo al movimiento para que les provea estímulos que les permita activarse como miembros de un circuito que, si se sigue usando, les garantiza seguir viviendo. Por eso dijimos que la forma básica de estimulación es darle espacio al niño ya que su cerebro lo hará mover su cuerpo y haciéndolo se desarrollan los dos.

Decía que el aspecto cerebral es más complejo, porque además de aprender a conocer al propio cuerpo, tiene que conocer el mundo exterior y las leyes que gobiernan los hechos que ocurren a su alrededor. Si una persona desarrolla una destreza física, es gracias a que su cerebro creo unos circuitos que le dan instrucciones precisas a los músculos del cuerpo para repetir la actividad. Además, el cerebro necesita hacer otros circuitos para almacenar información que no tiene relación con el cuerpo, y que necesita para hacer predicciones futuras y lograr mantenerse exitosamente en la vida en movimiento.

Ahora podemos separar los ritmos de aprendizaje de las actividades mentales y las que necesitan actividad física complementaria. Veamos una aproximación a esta realidad.

Los estímulos que necesitan actividad física se hacen paulatinamente siguiendo el orden natural. El movimiento empieza del cerebro hacia abajo por la columna vertebral en una fase que se denomina Céfalo caudal; y luego, de la columna vertebral hacia los laterales (brazos y piernas), y se conoce como Próximo distal.

La motricidad gruesa se refiere al uso de los músculos grandes del cuerpo y la motricidad fina al uso de los músculos pequeños. El ambiente natural de exploración estimula el uso de algunos músculos y la estimulación dirigida se hace para compensar a los que quedan sin uso. El papel del Jardín de Infantes es justamente el desarrollar actividades dirigidas que garanticen el desarrollo armónico y general de la motricidad en las dos fases.

El progreso tecnológico, el avance en telecomunicaciones, la vida mayoritariamente citadina y otros factores, hacen que el cerebro de los niños de hoy reciba una carga de estímulos cerebrales diferentes a los que recibíamos antes y como el cerebro está para reaccionar a la estimulación, se están viendo mayores manifestaciones de precocidad en estos tiempos. Particularmente no creo que los niños de ahora tengan un mayor potencial de inteligencia que los de antes, sólo que ahora son estimulados con diferente información y por eso se ven más hábiles para las actividades que por nuestra edad aprendemos lentamente. Hay que reconocer que, en muchos aspectos, los niños de ahora no desarrollan algunas habilidades, como la motricidad gruesa, que si se estimulaban antes.

Lo anterior nos ubica en un escenario de nuevas competencias en el que, quien no desarrolle ciertas habilidades, queda en desventaja.

Hemos notado que muchas personas no saben qué hacer al respecto y sienten la incertidumbre de no saber cómo actuar frente a sus hijos. Nuestro trabajo está orientado por esta realidad, hacemos investigación y desarrollamos programas que permitan estimular adecuadamente el cerebro de los niños, con el propósito de darles herramientas para que se adapten al nivel de competencia que el futuro les exigirá.

Con todo lo que se sabe hoy día, es factible hacer un aprovechamiento óptimo y seguro de la primera infancia.

Se ha podido establecer que los aparatos tecnológicos con los que los niños juegan hoy día, no son tan recomendables, por cuanto limitan la experiencia a uno o dos sentidos: vista y si acaso oído. Los sentidos de la sensibilidad (Tacto, gusto y olfato) no reciben estimulo de estos aparatos y las zonas del cerebro que administran estos estímulos no se desarrollan adecuadamente.

Limite en sus hijos menores de 8 años el uso de computadores, televisores, tabletas, teléfonos inteligente y demás aparatos con pantalla. No sin razón se ha dicho que cuando estos aparatos se apagan, se enciende el cerebro.

Actividades de estimulación física Actividades de estimulación cerebral
Reptar

Gatear

Manipular objetos

Caminar

Hablar

Nadar

Correr

Pasamanos

Bailar

Rasgar

Moldear

Recortar

Punzar

Entorchar

Ensartar

Colorear

Dibujar

Escribir

Oír

Leer

Memorizar

Asociar

Deducir 

Aprender idiomas

Aprender valores

Reconocer colores, formas,

objetos, posiciones, tamaños…

Calcular

Música

Sentimientos

Actitudes

Personalidad

Imaginación

Creatividad

Predecir

Gusto y olfato

Verifique la lista y tenga en cuenta que las actividades de estimulación cerebral que no necesitan la parte física, son las que se pueden enseñar desde temprana edad sin ningún riesgo.